Una joya cinematográfica

Necesito recuperar primero el aliento para escribir acerca de esta película. Ella me coge, sacude y abate. Risen sobrecoge al espectador atento. Lo abruma desde dentro. El argumento de la película es extraordinario. Novedad y antigüedad se funden en la misma, pues, con ella, se da cuenta de una búsqueda particular. Clavio, el héroe de la cinta, busca el cadáver de un hombre cuyo pueblo le había condenado a muerte. La víctima salió del sepulcro al tercer día. Poncio Pilato, el gobernador de la arenosa provincia en la cual actuara Dios encarnado, ordena la búsqueda y la encarga a Clavio para evitar la agitación popular. Él confiaba en el pronto hallazgo del cadáver, el cual restablecería en Judea la paz. Poncio Pilato encarga así la búsqueda de Jesús a Clavio.

Clavio sufría diariamente. En el desempeño de su cargo, padecía porque a él faltaba la paz. El mundo que conocía no le satisfacía. A pesar de que distaba de Yahvé por causa de comprensible ignorancia (era romano, no judío, por lo cual rendía culto al panteón romano), Clavio intuía al único Dios. Emprende entonces la búsqueda de un hombre a que Roma ejecutara para librarse de las víboras que la fastidiaban. En su progreso, Clavio advierte paulatinamente el carácter sobrenatural del objeto de su investigación. Clavio interroga a seguidores de Jesús y a los soldados a los cuales encargara la custodia del cuerpo exánime del Señor, y éste lo derriba. La pesquisa se convertía en la búsqueda de la Verdad, esa búsqueda que realiza todo hombre que desea la paz; «un fin al trabajo» respondió Clavio a una pregunta importante que Poncio Pilato le hiciera. El encuentro con Aquel en quien puede descansar únicamente el género humano supone para Clavio el fin del trabajo. El tribuno conoce finalmente al amante Creador, el cual lo acoge como a un hermano, y le comunica su inmenso amor divino por medio de la palabra benévola y la mirada misericordiosa. Jesús restaura así a Clavio.

Clavio es, por tanto, símbolo del buscador. El protagonista de la cinta filosofa singularmente ante nosotros. Sufrió, padeció en carne propia los golpes del mundo. Sin embargo, no cejó en su afán al buscar la Verdad, por que despojóse de las ataduras mundanas para gustarla y adherirse a ella. En Jesús, encontró Clavio el remanso de paz que intensamente deseara.